La vida siempre tiene sus altas y sus bajas, pero de alguna manera tiende a estabilizarse. Sentir la seguridad que te da la estabilidad laboral, familiar y sentimental, es grandioso para estar tranquilo y vivir sin el estrés que genera la incertidumbre. Sin embargo, es necesario tener presente que la forma como aceptemos la estabilidad, o zona de confort, puede tener efectos negativos. Nos han educado para buscar la estabilidad, pero la realidad es que nos toca aprender a vivir en un eterno cambio, ya que aunque a veces puede ser difícil de aceptar, nada es constante. La zona de confort, a pesar de ser placentera tiene varias consecuencias negativas que afectan tu capacidad para aceptar cambios, para valorar las nuevas oportunidades, aumenta tu temor a los cambios, limita tu visión a largo plazo y lo peor es que evita que evalúes riesgos adecuadamente y por ende cuando las cosas cambian nunca estás preparado. No estar preparado para los cambios casi siempre es catas
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